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“Todos estamos llenos de asesinato. Nos odiamos unos a otros. Odiamos cómo nos vemos cuando nos miramos en los ojos de los otros.” –Henry Miller, Una pesadilla con aire acondicionado, 1941 (The Air Conditioned Nightmare)
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A principios de 2017, durante una visita en Chile a la colorida Valparaíso, la vieja ciudad portuaria del Pacífico, tuve la fortuna de pasar un día con el pintor Stevens Vaughn y su comitiva. Stevens es un hombre barbudo y de un físico imponente, un poco como una versión “pintor” de Walt Whitman. Esa mañana, mientras caminábamos por el enorme mercado central recogiendo los ingredientes que la cocinera de su casa usaría para preparar el almuerzo, habló largamente sobre los grandes temas de la época en una prosa fluida, digna de Whitman.
Aunque ambos compartíamos el presentimiento punzante sobre cuál era el destino de la humanidad, la convicción de que nuestra especie había hecho un desastre con el mundo y que algo trágico nos aguardaba en el futuro, la visión de Stevens era más extrema que la mía. Yo creía que teníamos el tiempo y los medios suficientes para generar un cambio significativo. Él no.
Sin embargo, estoy seguro de que ninguno de los dos imaginó la actual pandemia de cobardía medicalizada como el vehículo de la reconfiguración de toda la vida política, social y económica sobre el planeta.
El autoritarismo coordinado que el régimen del Covid-19 implementa ahora de manera metódica en todo el mundo, en nombre de la salud pública, ha puesto en claro relieve la fragilidad y la degradación cultural y política que se encuentra en el centro de la civilización moderna. La negación ya no es una opción. Y el desvanecimiento de la ilusión se completa con una sensación estremecedora de déjà vu. El espíritu artístico presagió este momento mucho antes de que la última aniquilación global tuviera lugar.
Varios meses después de mi encuentro con Stevens, comencé a revisar algunas de las visiones artísticas más oscuras, ignoradas en los años previos a la Segunda Guerra Mundial y las nubes atómicas que finalmente se elevaron sobre Hiroshima y Nagasaki.
Algunas voces de presagio literario en Estados Unidos, cuyo imperio emergía en esa época, conservan una relevancia y urgencia especiales. Casi un siglo después, aún resuena entre nosotros el eco de las alternativas tajantes y los juicios morales, todavía sin resolver, a los que daban voz.
THE PURSE SEINE (LA RED DE CERCO)
En diciembre de 2017 me había refugiado para escribir en la villa pesquera de La Cruz de Huanacaxtle, en la costa mexicana sobre el Pacífico. Durante una caminata nocturna por los muelles de la extensa marina de la villa, capturaron mi atención unas corrientes de inusual turbulencia. Los botes pesqueros amarrados se balanceaban y golpeaban contra los parachoques del muelle, y los fatigados amarres chirriaban cada vez que el agua, usualmente calma, ondeaba inexplicablemente, sin razón a la vista.
La turbulencia fue suficiente para que emergieran mis premoniciones más oscuras y pensé en el poema de Robinson Jeffers de 1935, “The Purse Seine,” (escrito en 1935 y publicado en 1937), acerca de los pescadores de sardinas de California del norte y su trabajo en las aguas nocturnas del Pacífico, partiendo desde New Years Point y Pigeon Point, cerca de Santa Cruz.
Mientras mira, desde la cima de una montaña cercana, las centelleantes luces nocturnas de una gran ciudad, Jeffers rememora otra ocasión en la que observaba en la oscuridad cómo los pescadores de sardinas recogían las sogas de las redes de cerco. Sabiéndose atrapadas, las sardinas, con sus esbeltos cuerpos de un plateado brillante, golpean el agua, creando un brillo fosforescente, en su lucha contra la trampa fatal, una escena que Jeffers describe como “hermosa” y “algo funesta” a la vez.
Jeffers ofrece esta historia, en la que “los vastos muros de la noche se erigen hacia las estrellas”, como una metáfora de la ciudad iluminada allá abajo:
We have geared the machines and locked all together into inter-dependence; we have built the great cities; now
There is no escape. We have gathered vast populations incapable of free survival, insulated
From the strong earth, each person in himself helpless, on all dependent. The circle is closed, and the net
Is being hauled in. They hardly feel the cords drawing, yet they shine already. The inevitable mass-disasters
Will not come in our time nor in our children's, but we and our children
Must watch the net draw narrower, government take all powers--or revolution, and the new government
Take more than all, add to kept bodies kept souls--or anarchy, the mass-disasters.
El poema de Jeffers fue escrito solo seis años antes de que Estados Unidos se viera involucrado en la Segunda Guerra Mundial. Su visión intransigente del inhumanismo presagió, no sólo la guerra, sino también el rasgo actual de catastrofismo antihumanista que aparece a menudo en los debates contemporáneos sobre el medio ambiente, ahora medicalizados y transpuestos en la arena de la salud pública.
UNA PESADILLA CON AIRE ACONDICIONADO
En 1939, Henry Miller regresó a Estados Unidos después de vivir casi una década en París. Con un adelanto de 500 dólares que recibió para escribir un diario de viaje de no-ficción con el registro de sus impresiones sobre Estados Unidos, compró un Buick sedán modelo ’32 y condujo a través del país con su amigo, el pintor Abraham Rattner, primero de Nueva York a Florida, luego, durante 1940, desde el oeste a Hollywood, y al año siguiente finalizó Una pesadilla con aire acondicionado, su diario del viaje.
Mientras Estados Unidos se preparaba para la Gran Guerra, una cantinela incesante de propaganda patriótica a favor de la guerra se convirtió en el telón de fondo de la vida cotidiana. En este contexto, la publicación del sombrío libro de Miller fue rechazada. Finalmente, en 1945, encontró un editor dispuesto a publicarlo, pero sus observaciones en la víspera de la guerra fueron proféticas:
Algo desastroso se avecinaba – todos lo sentían.
Lo que sea que le suceda a este planeta hoy es obra del hombre. El hombre ha demostrado que es amo de todo – excepto de su propia naturaleza. Si ayer era hijo de la naturaleza, hoy es una criatura responsable. Ha alcanzado un grado de conciencia que ya no le permite mentirse sobre sí mismo.
Lo peor se halla en el proceso de transformarse. Está dentro de nosotros. Solo que no lo hemos sacado a la luz.
Ahora la destrucción es deliberada, voluntaria, autoinducida. Estamos en el nodo: podemos avanzar o recaer. Aún tenemos el poder de elegir. Mañana, tal vez no. Es por negarnos a hacer esa elección que estamos agobiados de culpa, todos nosotros…
La sensibilidad de Miller para percibir el trasfondo sociopsicológico de la época le permitió ver que no había mucho que pudiéramos hacer contra el avance de las fuerzas destructivas impulsadas por los laboratorios de armas que dirigen en secreto los gobiernos, en medio de una atmósfera política de preguerra y manipulación del miedo.
¿Cómo podría terminar si no trágicamente?
Hoy en día, los laboratorios están dirigidos por compañías de biotecnología con fondos gubernamentales. Tal vez la tecnología cambie, pero los desalmados tecnócratas siguen alimentando con cariño las mismas fuerzas destructivas arraigadas en el miedo masivo y la violencia masiva, a expensas de la humanidad.
1 DE SEPTIEMBRE DE 1939
Cuando W.H. Auden dejó Inglaterra para ir a los Estados Unidos en 1939, muchos en Gran Bretaña vieron su partida como una traición y, supuestamente, fue parte de un breve debate en el Parlamento. Sin embargo, su poema 1 de septiembre de 1939, escrito en la ciudad de Nueva York poco tiempo después de haber inmigrado, es, tal vez, la premonición artística más directa y reveladora de la Segunda Guerra Mundial que se haya publicado:
I sit in one of the dives
On Fifty-second Street
Uncertain and afraid
As the clever hopes expire
Of a low dishonest decade:
Waves of anger and fear
Circulate over the bright
And darkened lands of the earth,
Obsessing our private lives;
The unmentionable odour of death
Offends the September night.
Aunque Auden vio en los rostros de los parroquianos reunidos en el garito una mezcla de deseos opuestos –ser amados y rechazar, a la vez, el amor universal, apoyándose en el alcohol para aferrarse a sueños eufóricos basados en fantasías capitalistas imposibles –concluye con una afirmación:
Defenseless under the night
Our world in stupor lies;
Yet, dotted everywhere,
Ironic points of light
Flash out wherever the Just
Exchange their messages:
May I, composed like them
Of Eros and of dust,
Beleaguered by the same
Negation and despair,
Show an affirming flame.
(Puedes leer el poema en español aquí.)
¿LIMPIEZA PURIFICADORA O LLAMA AFIRMATIVA?
Si creemos, como los antihumanistas que adoptaron a Jeffers como santo patrono, que la naturaleza finalmente se purgará a sí misma de la podredumbre que representa la humanidad, tal vez haya pocas razones para resistirse al destino que esta visión implica.
Sin embargo, lo contrario también es cierto. Auden ha sido descrito como “un sabio humanista cristiano”. Si compartimos su opinión que la civilización y el ideal humanitas poseen un valor trascendental para la supervivencia humana y deberían continuar, la lucha por esa supervivencia con la mayor dignidad posible será un regocijo, tal vez siguiendo el consejo de Auden al Dr. Oliver Sacks:
“Usted tendrá que ir más allá de lo clínico… Sea metafórico, sea místico, sea todo lo que tenga que ser”.
Sin embargo, hoy la pelea no es únicamente contra una tiranía medicalizada que amenaza el tejido de la vida civilizada. La antigua amenaza de la guerra nuclear, esta vez de una escala aún más catastrófica, todavía nos acecha como una opción rápida para acabar con todo.
Tanto en la búsqueda de una pandemia permanente como en el deseo lujurioso por la aniquilación nuclear, podemos oír las voces de Tánatos y sus hermanas asesinas, las Keres, clamando por una gran limpieza, y, a la distancia, la engañosa canción de las sirenas sobre un nuevo comienzo.
El coro de fanáticos sin sentido del humor, antihumanistas y transhumanistas, ignoran el hecho de que incluso Jeffers veía a los humanos como “uno de los animales más nobles” cuando se les daba la oportunidad de vivir con dignidad. Su enojo contra la locura política que culminó en la Segunda Guerra Mundial era palpable:
We have blood enough, but not for this folly;
Let no one believe that children a hundred years from now in the future of America will not be sick
For what our fools and unconscious criminals are doing today. (p. 74)
El humanismo debe fundamentarse en la naturaleza y estar contenido en ella; no extinguido. Cualquier posible victoria sobre el nihilismo tecnocrático de la pandemia actual comienza con el reconocimiento de lo que está en juego, con no dejarse atraer hacia las traicioneras costas rocosas de Sirenum scopuli.
La lucha cotidiana actual no es únicamente por la supervivencia individual, sino por la supervivencia de la civilización. Cada uno de nosotros debe decidir si es posible iluminar el camino hacia un futuro abierto con “una llama afirmativa” o sucumbir a la negación y la desesperanza.
Durante el punto más alto de la Guerra Fría, el filósofo checo Erazim Kohak escribió que “si la humanidad no fuera más que una especie biológica, no merecería más consideración que los dinosaurios”.
La preocupación de Kohak era la preservación de un siempre frágil “ideal moral de humanitas, lo humano como un ideal, más que como un hecho”. El nuevo régimen pandémico ha borrado por completo este ideal moral a favor de una visión puramente biológica de lo humano.
Si un orden civilizado ha de sobrevenir a la ola de perversidad descarada y agresiva que desgarró la tierra durante esta pandemia, ya no podemos postergar el hacernos cargo de nuestra verdadera naturaleza. Está necesario arregar el ideal moral de la humanidad en un lecho de roca como el inhumanismo de Jeffers.
Somos seres inhumanos y morales a la vez. Rechazar uno u otro significa caer en el vacío. Y ese vacío nos está mirando a los ojos justo ahora.
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FOTOS
Valparaíso foto por Michael
La red de cerco cortesía de Edrin Spahiu a Unsplash
TRADUCCIÓN
La traductora oficial de Reimagining Politics es Luciana Slaen. Puede encontrar Luciana por LinkedIn. También su perfil está aquí en nuestra página “About.”